Los laboratorios farmacéuticos creen que la innovación incremental no está suficientemente reconocida. Sanidad admite el problema y fía parte de la solución al nuevo decreto de precios de referencia y agrupaciones homogéneas.
La innovación incremental se refiere a las mejoras en la formulación de medicamentos o a la utilización de estos para nuevas indicaciones que pueden suponer ventajas para pacientes y profesionales.
“La dificultad de innovar a un nivel disruptivo hoy en día es muy alta. Por eso hemos de identificar oportunidades que nos permitan seguir innovando pero que sean asequibles a nuestras posibilidades”. Antoni Esteve, vicepresidente de Farmaindustria, considera que una de estas es precisamente esta innovación incremental. Y para hablar de ello, la industria organizó la semana pasada en Barcelona una jornada para exponer la aportación de estas mejoras en fármacos ya disponibles.
Al final, los asistentes pusieron más el foco en lo que consideran su gran problema en la actualidad: la falta de reconocimiento por parte de la Administración. Javier Urzay, subdirector general de Farmaindustria, defendió no obstante la capacidad, experiencia y excelencia de la industria farmacéutica española en el ámbito de esta innovación incremental. “La aportación de nuestras compañías en este sentido debe ser adecuadamente valorada y promovida por la Administración sanitaria en nuestro país”.
Tres ejemplos
Para ejemplificar todo lo que la innovación incremental puede llegar a aportar, desde Farmaindustria se expusieron tres ejemplos de como responder a necesidades reales gracias a ella. “Aunque luego esta innovación no se ve reconocida en el precio”, apuntó explicando Marc Tapies, director de acceso al paciente de Leo-Pharma. En su caso, la innovación consistió en lograr un sistema de aplicación en forma de espuma de Enstilar, un tratamiento para la psoriasis vulgar.
El problema es un marco rígido que no permite reconocer esta inversión
“Conseguimos mejorar no solo la comodidad del paciente en la aplicación, sino una mayor eficacia respecto a los otros productos en pomada y gel. Y lo probamos en más de 5.000 pacientes y con seis ensayos clínicos, igual que haríamos para el desarrollo de una nueva molécula”, continuó Tapies. Sin embargo, y pese a que en un primer momento consiguieron un precio superior, al cabo de un año este fue bajado al mismo precio que el resto de las aplicaciones: “El problema es un marco rígido que no permite reconocer esta inversión”.
Cinta Lacasa, directora de PensaDose, filial de medicamentos genéricos de Esteve, expuso su caso con el omeprazol. Se llevó a cabo un proceso de revisión productiva del fármaco, que logró una nueva formulación del contenido de las cápsulas, más estable, y una reducción de la medida de la propia cápsula, que además dejó de ser fotosensible y redujo su tamaño para una mejor deglución por parte del paciente. Pero “el precio del producto continuó disminuyendo y no se reconoce ningún valor diferencial con respecto a otros omeprazoles por parte de la Administración”.
¿De quién es la ‘culpa’?
No siempre es la Administración la culpable de no reconocer esta innovación. Así lo contó Antonio Ballesteros, director general de Reig-Jofre España. En su caso, desarrollaron una nueva indicación para un medicamento ya existente, el nifedipino. Algo que ya se usaba para posibles partos prematuros, pero que tenía problemas en su administración al solo estar disponible en pastilla.
La Administración piensa que la industria le quiere meter un gol y la industria por su parte considera que es maltratada por la Administración
Gonzalo Calvo, jefe del Servicio de Farmacología Clínica del Hospital Clínico de Barcelona, considera que uno de los problemas que se ha de resolver es el de la falta de comunicación entre los dos actores principales:“Hay un clima de desconfianza. La Administración piensa que la industria le quiere meter un gol y la industria por su parte considera que es maltratada por la Administración. El problema es que cada uno habla un lenguaje diferente”.
¿Cuál es la solución? Calvo habla de conseguir un sistema validado que mida de una forma lo más objetiva posible cual es el valor real de la innovación. “Y entender que esta innovación no es una cuestión binaria, de blanco o negro. Es algo gradual y que debería poder ser cuantificable”.
¿Qué dice el ministerio?
En la jornada estuvo también presente Marisa García, subdirectora general adjunta en la Subdirección General de Calidad de Medicamentos y Productos Sanitarios, que reconoció el problema que existe ahora para reconocer la innovación incremental. “Por eso estamos trabajando en la modificación del real decreto que regula el sistema de precios de referencia y de agrupaciones homogéneas de medicamentos en el SNS”.
Según García,la gran dificultad que hay es llegar a identificar qué es aquello que realmente es innovación:“No todo lo que se etiqueta de esta manera es realmente una innovación. El sistema tiene que poder disponer de las herramientas y capacidades para ser capaz de identificarla. Y como somos sensibles a esta necesidad, estamos buscando como reflejar todo esto en el nuevo real decreto”.